viernes, 14 de junio de 2013

Situación de Europa después de la Segunda Guerra Mundial

Tras el fin de la segunda guerra mundial, los dos únicos claros ganadores eran la Unión Soviética y los Estados Unidos.Europa quedó devastada tras esta guerra, perdiendo no sólo importante infraestructura, sino muchas vidas humanas, lo que la llevaría a experimentar un retroceso gigantesco, en materia económica, industrial, agrícola y política, llegando a perder la mayoría de sus colonias. El bienestar de Europa pasó a ser un interés de las dos principales potencias a Estados Unidos le preocupaba tener un socio comercial creó programas de ayuda económica, a la Unión Soviética le importaba que Europa no cayera en manos de Estados Unidos e intentó ejercer influencia a través de los partidos comunistas.

A Europa se le presentaba una nueva oportunidad, la cual era servir como un agente de equilibrio entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, para ello la unificación debía empezar a contruirse con el fin de obtener más fuerza. Pero mientras esto ocurría, Estados Unidos temía que la Unión Soviética tuviera un ánimo expansionista sobre Europa, y contrariamente, la URSS temía un expansionismo capitalista estadounidense. Para 1946, había surgido finalmente “un telón de acero” entre el Este y el Oeste.


Tras el fracasó de la unificación europea, surgió la idea de un bloque occidental, que adquirió más fuerza con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en 1949. En 1953, tras la muerte de Stalin, la política exterior de la URSS cambió, y pasó de ser una política “anti occidental” a una de “coexistencia pacífica” entre el Este y el Oeste.


Finalmente, en la década de los 50, con el florecimiento económico, Europa logró consolidarse en dos bloques, uno occidental, alineado alrededor de la OTAN, y otro bloque oriental, alineado alrededor del Pacto de Varsovia.


lunes, 10 de junio de 2013

Unity Mitford

      Nacida el 8 de agosto de 1914 en el seno de una importante familia londinense, Unity Mitford creció en una Europa con olor a putrefacción en la posguerra y comenzó a incorporar por propias convicciones el ideario nacionalsocialista que llegaba tan potente desde la lastimada Alemania, cada día más simpatizante de las radicalizadas e inmorales ideas del partido nazi.
Unity Mitford se convirtió rápidamente en una locuaz y extrovertida vocera de las ideas propugnadas por Adolf Hitler y, como si fuera poco, era hermana de Diana, quien (casualmente) estaba casada con Oswald Mosley, el líder de la Unión Británica Fascista y fiel defensor del programa nazi. Sin embargo había otro parentesco muy sugestivo: Unity era prima de una tal Clementine Hozier, esposa de Winston Churchill...
Con apenas 19 años de edad (en 1933) por invitación de Winifred Wagner, viaja a Alemania y las vueltas del destino quieren (y ella también) que asista a una multitudinaria reunión en la que su admirado Adolf Hitler era el principal orador.

Los encuentros con Hitler nada tenían que ver con el amor físico, sino que se enmarcaba más en un amor platónico del que ambos disfrutaban, cosa que ha quedado demostrado a través de la nutrida correspondencia que se cruzaban. La diferencia de edad jugaba un papel nada importante en esa relación ya que por aquellos años, era habitual que hombres grandes contrajeran matrimonio con mujeres mucho menores. Hitler llamaba a Unity "mi pequeña" y en sus cartas le contaba el placer que le daba recibir noticias suyas.

Esta mujer llegó a ser reconocida en el círculo íntimo de Hitler (al cual perteneció desde el principio de su llegada a Alemania) como "más nazi que los nazis" y tal es así que se sabe que en una oportunidad cuando Unity saludó al Cónsul General Británico en Munich levantando su brazo derecho, éste le retiró inmediatamente el pasaporte británico. Corría el año 1936... y después de todo ese "rechazo oficial inglés" era algo que "quedaba bien" desde el ambivalente pensamiento británico sobre las ideas de Hitler que tanto "habían prendido" en la isla británica...
La "fiesta" nazi y el desestructurado estilo de vida para Unity Mitford siguieron viento en popa hasta que en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Bajo determinadas circunstancias y vaya uno a saber por pedido de quién, la aristócrata británica fue "invitada a dejar Alemania" cuando Gran Bretaña le declaró la guerra a la Alemania nazi, por lo cual Unity redactó una fogosa carta de despedida a Hitler y tomó la determinación de dispararse un tiro en la cabeza mientras recorría el "Englischen Garten" (Jardín Inglés) en la ciudad de Munich. Dicen algunos que la depresión por no poder seguir al lado de su "amado" Führer habría sido el factor determinante para aquella extrema decisión...

Archivo desclasificado del FBI: Adolf Hitler en Argentina

Unos documentos desclasificados pertenecientes al Federal Bureau of Investigation (FBI). Como se verá, los mismos tras ser desclasificados, han sido "censurados" como suele suceder con este tipo de información (hay cosas que nunca se terminan de revelar), pero sin embargo tienen una importancia y un valor realmente incalculables por algunos detalles, a saber: Se trata de un documento fechado el 21 de Septiembre de 1945, destinado a Edgar Hoover (legendario jefe del FBI) y habla sobre la vida de Adolf Hitler en Argentina. Un "pequeño" detalle para tener en cuenta: Hitler, según la historia "oficial" (auspiciada, escrita y difundida por los norteamericanos) se había suicidado en el bunker de Berlín el 30 de Abril de 1945... 5 meses antes de haberse fechado este documento.

Para el mundo entero Hitler estaba oficialmente muerto. Para el poder norteamericano, no.




La tumba de Adolf Hittler

El joven empleado del cementerio judío Filantropía, ubicado en la ciudad de Bucarest, en Rumania, no daba crédito a lo que veían sus incrédulos ojos. Trató de frotárselos para ver si podía remover de sus retinas la imagen, pero no hubo caso. Sobre la fría y enorme lápida podía leerse con absoluta claridad: "Aquí descansan los restos de Adolf Hittler. Fallecido el 26 de octubre de 1892 a la edad de 60 años. Rueguen por su alma”. El hombre dudó por unos instantes y hasta llegó a creer que podría tratarse de una "broma de mal gusto", pero de inmediato cayó en la cuenta de que no se trataba de eso, sino que realmente allí estaba enterrado un tal Adolf Hittler (escrito con doble "t")...
La "solución" que encontraron las autoridades del campo santo y quienes cuidaban aquel cementerio judío en medio de la línea de fuego fue la de dañar lo suficiente la lápida como para que ya no se pudiera leer el nombre de aquel hombre casi desconocido que había tenido el "triste honor" de compartir nombre y apellido con uno de los personajes más repulsivos, sanguinarios y crueles de la historia de la humanidad. La lápida fue prácticamente destruída y para cuando el final de la guerra dio algo de respiro a la población rumana, ya casi nadie se acordaba de la infausta tumba con "aquel otro" Adolf Hittler enterrado.
El pobre hombre que se encuentra enterrado en la tumba del cementerio judío Filantropía de Bucarest era en realidad un fabricante de sombreros, un judío rumano que tenía su taller y un pequeño negocio de venta de sombreros ubicado sobre la calle Real de la ciudad rumana de Bucarest. Unos datos más nos permiten dar algo más de luz sobre su nombre y apellido: a finales del siglo XIX el nombre Adolf (de clara consonancia germana) era muy común y muy difundido entre los judíos y también era muy común que los apellidos se relacionaran directamente con la profesión que ejercían. En el caso del "otro" Adolf Hilter, el enterrado en Bucarest, se cree que su apellido real era Hütler, que en realidad significa en alemán "fabricante de sombreros". Lo más probable es que el artesano que se encargó del tallado de la lápida haya cometido un error y finalmente en la piedra haya dejado registrado el célebre apellido Hittler.
La dictadura comunista en Rumania mantuvo la tumba destruída con la lápida dañada para que no se lea el nombre de Adolf Hittler, pero en 1987 (dos años antes de que el dictador rumano Nicolae Ceausescu fuera derrocado) finalmente la dañada tumba fue reconstruída respondiendo a la iniciativa el Rabino Moses Rozen. El ingeniero judío a cargo de la justiciera reconstrucción de la lápida fue Iosif Cotnareanu, quien pudo darle forma a su trabajo respetando el epitafio original, al cual tuvo acceso a través de viejas fotografías como las aparecidas en algunos periódicos locales. La nueva lápida, sin embargo, no tiene el mismo diseño que la original y fue concebida siguiendo los cánones de los años '80.
Finalmente se había hecho justicia con aquel trabajador judío que no tenía culpa alguna por llevar aquel nefasto nombre. Hoy en día ya nadie lleva flores a su tumba y las únicas personas que se acercan lo hacen por la tremenda curiosidad que genera ver en una lápida el nombre de Adolf Hittler. El sombrerero judío seguramente descansa en paz... el otro, el sanguinario y tirano dictador alemán del Tercer Reich, posiblemente no...

viernes, 7 de junio de 2013

Hitler, hombre del año

Los editores de la famosa revista "Time" le habrán dado las mil y una vueltas al tema y habrán esgrimido tantísimas excusas y explicaciones allá por el lejano 1938, pero lo cierto y concreto es que decidieron nombrar como "Hombre del año" al mismísimo Adolf Hitler en la edición publicada el 2 de enero de 1939. Si bien no han sido pocos los que argumentaron que quien figuraba en la portada de la revista "no era precisamente el mejor hombre o el más bueno", resulta por lo menos chocante el resultado de la elección de este infame personaje.
Los hechos inmediatamente posteriores a la publicación de esta portada indicaron a las claras lo erróneo que ha sido destacar a un ser tan nefasto como Hitler y, según parece, los (ir)responsables de la edición "tuvieron el buen tino" (bien entre comillado...) de no incluír una foto del dictador sino una imagen truculenta de un organista (con toda seguridad Adolf Hitler) ejecutando "El himno del odio" en una Catedral profanada mientras varias víctimas mortales cuelgan de una rueda de Santa Catalina y son observadas por jerarcas nazis.
La ilustración fue realizada por el Barón Rudolph Charles von Ripper, un católico alemán que había huído de la Alemania nazi poco tiempo antes.

La publicación podía comprarse por unos 50 centavos y el mundo, de este modo, podía leer una crónica que trataba de explicar lo inexplicable... 

martes, 4 de junio de 2013

El Hitler que murió en Berlín

Ferdinand Beisel era un hombre común, un alemán que, como tantos otros, veía con absoluta "normalidad" ser parte activa de las SS. Una tarde Beisel repitió el viejo ritual de ir a una cervecería con un grupo de amigos de toda la vida, esa misma vida que estaba por experimentar un giro absolutamente inesperado en cuestión de minutos. A Ferdinand Beisel se le ocurrió la "felíz idea" de imitar a Adolf Hitler a raíz de su enorme parecido con el Führer. El hecho hubiese pasado totalmente inadvertido de no ser por un pequeño detalle: unos jerarcas de la Gestapo estaban presentes en el lugar y no dudaron ni un instante en detener a Beisel por, según ellos, mofarse del conductor de Alemania. Beisel fue detenido pero fueron las mismas personas que lo llevaron a prisión quienes vieron algo positivo en aquel asombroso parecido con el Führer. En los días finales de la Segunda Guerra Mundial no estaba demás cubrirle las espaldas a Hitler y "mandar al frente" a un socias o doble. 


Cuando Ferdinand Beisel fue presentado a Martin Bormann, vice Führer, ya tenía asignada una nueva tarea en el alicaído Tercer Reich: a partir de ese momento era uno de los dobles de Adolf Hitler.
Con el paso del tiempo Beisel estuvo muy atareado, sobre todo cuando el ejército rojo comenzó a cercar Berlín y cuando el final resultaba ya inexorable e irreversible. El interior del bunker de Hitler en Berlín era un hervidero. Reuniones secretas, gritos desesperados, intentos de suicidio y escape. Suicidios concretados, promesas de lealtad eterna, apretones de mano y la idea que flotaba en el aire del viciado espacio subterráneo: Hitler ya no estaba allí. Con el paso de los días los contactos visuales con el Führer se fueron espaciando hasta casi desaparecer de toda posibilidad e incluso los últimos colaboradores en recibir el saludo del líder alemán sostuvieron que en realidad su aspecto era diferente al habitual y que ni siquiera pronunció palabra al despedirse de ellos con un apretón de manos.
El entorno de Hitler (ya en viaje hacia Sudamérica) se encargó de "organizar" una última sesión de fotos del "Führer" observando los destrozos iniciales en la Cancillería del Tercer Reich. En las imágenes (las dos primeras de este post) se observa al supuesto Hitler que en realidad no es tal. El de las imágenes finales en la Cancillería es ni más ni menos que Ferdinand Beisel, el infortunado imitador de Hitler que cambió su destino para siempre aquella tarde en una cervecería al imitar al Führer.
Luego, lo conocido: el "suicidio" de Hitler en el bunker. Su cuerpo retirado de incógnito al patio de la Cancillería junto al de su esposa Eva Braun, la supuesta incineración y... la aparición de un cadáver que los rusos tomaron como el de Hitler (ver tercera foto). Hitler ya no estaba allí. El Führer alemán estaba seguramente embarcado en un submarino Tipo XXI surcando las aguas del Atlántico hacia un paraje lejano del sur argentino. El que había muerto era el pobre de Beisel.

lunes, 3 de junio de 2013

Suicidio de Hitler

Al amanecer del 30 de abril de 1945, Hitler pidió reunir a todo el cuerpo médico y se despidió de él, ante la estupefacción y sollozos de los presentes. Recibió a Albert Speer, su ministro de armamento, quien le confesó varios desacatos respecto a sus instrucciones sobre volar fábricas y ciudades; Hitler lo despidió fríamente. Según Junge, Hitler quedó contemplando pensativo un cuadro del Federico el Grande en su despacho y luego a continuación ordenó que el personal que no fuese indispensable abandonara el Búnker. Hizo llamar a Otto Günsche y a Heinz Linge, sus ayudantes, y les dio estrictas instrucciones de cómo debían actuar en el momento del suicidio y qué hacer con su cuerpo y el de Eva Braun. Günsche inició los preparativos y llamó a Erich Kempka, el chófer de Hitler, para que de inmediato subiera bidones de gasolina hacía la salida del jardín de la cancillería.
Hacia el mediodía, se reunió con sus secretarias y almorzó silenciosamente una comida basada en pastas; luego se despidió de cada una de ellas regalándole una cápsula de cianuro. Posteriormente se despidió de la familia Goebbels, sin hacer caso a las peticiones de Magda Goebbels de no cometer suicidio.
Hacia las 15:30 horas, Hitler y Eva Braun se reunieron frente a la sala de mapas contigua al despacho privado y se despidieron de sus edecanes, Heinz Linge y Otto Günsche, quienes cerraron la puerta; un par de minutos después se escuchó un solo disparo ahogado.
Los edecanes esperaron unos 15 minutos y encontraron a Hitler doblado sobre si mismo en un sillón exhibiendo una mueca deformada en su boca, con una pistola Walther PPK de 7,65 mm caída de su mano derecha y con un hilo de sangre manchando la cara del líder. Eva Braun no alcanzó a percutir su arma y estaba tendida a lo largo del diván con los ojos aún abiertos; el efecto del cianuro no le permitió el uso del arma

Horas finales de Hitler

Hitler estableció su residencia en el Führerbunker el 16 de enero de 1945, desde donde ejerció la presidencia de un Tercer Reich en proceso de desintegración, debido a que los Aliados estaban avanzando tanto por el este como por el oeste. Para finales de abril, las fuerzas soviéticas habían ingresado a Berlín y estaban librando una lucha hacia el centro de la ciudad, donde se encontraba la Cancillería.
El 22 de abril, Hitler tuvo lo que algunos historiadores describen como una crisis nerviosa durante una de sus reuniones para examinar la situación militar, al admitir públicamente que la derrota era inminente y que Alemania perdería la guerra. Hizo salir a algunos de la habitación y quedó con Goebbels y Krebs. Hitler entró en un estado de histeria gritando que sus generales lo habían traicionado y que Alemania había sucumbido ante una sarta de traidores y cobardes; después salió de la habitación desmoronado anímicamente. La enfermera Erna Flegel declaró que Hitler parecía quizás 15 ó 20 años mayor tras esa última reunión con sus generales y temblaba fuertemente su mano del lado derecho.
Expresó su intención de matarse y, más tarde, solicitó al médico Werner Haase que le recomendara un método confiable de suicidio. Haase le sugirió combinar una dosis de cianuro seguida de inmediato con un balazo en la cabeza. Hitler tenía una reserva de cápsulas de cianuro que había obtenido por medio de las SS.
El 28 de abril, Hitler se enteró del intento de Heinrich Himmler de negociar independientemente mediante la Cruz Roja Internacional, presidida por el conde Bernadotte, un tratado de paz y lo consideró como una traición; acto seguido ordenó la detención y ajusticiamiento del Hermann Fegelein, enlace de Himmler en el Búnker. Este hecho fue el punto de quiebra emocional para Hitler. Desde entonces, Hitler empezó a mostrar síntomas de paranoia, expresando preocupación sobre la autenticidad de las cápsulas de cianuro que había recibido por medio de las SS de Himmler, por lo que ordenó al doctor Haase que las probara con su perra Blondi. Como resultado, el animal murió de inmediato.Asimismo, se enteró de la ejecución de su aliado Benito Mussolini, víctima del populacho, y juró no compartir su misma suerte.
Después de la medianoche del 29 de abril de 1945, Hitler se casó con Eva Braun en una pequeña ceremonia civil en el interior del Búnker, teniendo como testigos a Magda y Joseph Goebbels, con la presencia de Traudl Junge, su secretaria, quien preparaba lo necesario para el testamento político. Antony Beevor sostiene que, después de tomar un modesto desayuno de bodas con su esposa, Hitler llevó a su secretaria Traudl Junge a otra habitación y le dictó su última voluntad y testamento. La redacción duró algo más de dos horas y se prepararon cuatro copias, que salieron inmediatamente a sus destinos. Firmó estos documentos a las 04:00 y luego se retiró a dormir (algunas fuentes señalan que Hitler dictó su última voluntad y testamento inmediatamente antes de su matrimonio, pero todas las fuentes concuerdan en la hora de la firma).

El fin del Eje

La derrota del Eje comenzó en Italia, donde luego de un fugaz retorno al poder por obra de Hitler (quien estableció la República de Salo al norte de Italia), Mussolini no pudo hacer frente al avance aliado desde el sur ni evitar la entrada a Roma en junio de 1944. Casi al finalizar la guerra, Mussolini sería ajusticiado por combatientes italianos (28 de abril de 1945).
En Alemania la situación no era diferente, puesto que rusos y aliados avanzaban sobre Berlín desde los frentes oriental y occidental. Aislada en Berlín y en otras ciudades alemanas, la Wehrmacht era una sombra de su antiguo poderío. Entretanto, Hitler se había refugiado en su búnker, donde pasó sus últimos días junto a su amante Eva Braun con quien se desposó y con quien se suicidaría al ver que todo estaba perdido (30 de mayo de 1945), no sin antes dar la orden de “tierra arrasada” que implicaba la destrucción de Alemania. Su sucesor, el almirante Doenitz, firmó la rendición incondicional el 2 de mayo de 1945.
El proyecto de construcción de la bomba atómica estaba entre los planes norteamericanos desde 1942, y era conocido como “Proyecto Manhattan”, estando a cargo de los físicos Enrico Fermi y Robert Oppenheimer. En julio de 1945 las bombas estaban listas para su lanzamiento, el que se produjo poco después en las ciudades de Hiroshima (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto). El resultado fue inmediato y Japón firmó la rendición incondicional el 2 de setiembre de 1945, poniendo fin a seis años de conflicto.

La contraofensiva aliada (1942-1945)

Tras haber perdido la iniciativa y haberse prolongado inesperadamente la invasión a Rusia, Stalin recompuso el Ejército Rojo a cargo del general Zhukov. El ataque ruso se inició en noviembre de 1942 con tal éxito que cercó al ejército alemán compuesto por 220 mil soldados en Stalingrado. La imposibilidad de entregar suministros a las tropas alemanas disminuyó la capacidad de combate de éstas, hasta su rendición en febrero de 1943. Desde ahí, se produjo el repliegue de las restantes tropas alemanas y el avance ruso hasta Berlín.
La necesidad de abrir un segundo frente, llevó a los aliados (incluyendo a Norteamericana) a combatir en el norte de África contra el general alemán Rommel y preparar la invasión de Italia (mediados de 1943). Esta se dio con el desembarco en Sicilia y la ocupación de la península italiana; ante la noticia del avance aliado, el Gran Consejo fascista depuso a Mussolini, y se preparó para negociar la paz.
Un tercer frente se abrió con el desembarco en Normandía o Día D (6 de junio de 1944) bajo el mando del general Dwight Eisenhower. Asediados por ambos frentes, Alemania contraatacó con las bombas V1 y V2 a Inglaterra, pensando que esto revertiría el curso de la guerra. Pero con un poderío reducido a su mínima expresión, Hitler solo esperaba resistir hasta la derrota definitiva. En el Océano Pacífico, se logró frenar el avance nipón, destruir la flota enemiga y ocupar Filipinas (octubre de 1944). Pero la resistencia japonesa y el uso intensivo de pilotos suicidas convencieron a Roosevelt de emplear una nueva arma: la bomba atómica.

La ofensiva del Eje (1939-1941)

El 1 de setiembre de 1939 Alemania invadió Polonia pretextando agresiones hacia los soldados germanos. La heroica resistencia polaca nada pudo hacer frente a la Blitzkrieg del Tercer Reich y capituló en tres semanas. Cumpliendo el pacto firmado semanas atrás, Polonia fue dividida entre Rusia y Alemania. Entre abril y mayo de 1940 el ejército alemán, la Wehrmacht, ocupó Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda, mientras una desorganizada resistencia franco-británica trataba de escapar a la derrota total en las playas de Dunkerke.
Animado por la victoria, el Führer ordenó la invasión de Francia por el norte, lo que cogió desprevenidos a los estrategas franceses, que esperaban un ataque por el centro. Ante el avance germano, el gobierno francés huyó de París dejando libre el camino para su ocupación el 14 de junio de 1940. Se procedió a dividir el territorio en dos gobiernos: el del norte, bajo ocupación alemana, y el del sur, la Francia de Vichy, a cargo del mariscal Phillipe Pétain, con una relativa independencia. Poco después, Hitler intentó infructuosamente doblegar a Inglaterra mediante un intenso bombardeo aéreo.
Asegurado el frente occidental, Hitler decidió la invasión de Rusia mediante la Operación Barbarroja (junio de 1941) pues requería de recursos soviéticos como alimentos, minerales y petróleo. Durante los siguientes cinco meses, la Wehrmacht avanzó hasta Moscú y Leningrado, pero una desesperada contraofensiva rusa y el crudo invierno paralizaron el avance alemán provocando una serie de derrotas que marcarían el inicio del fin del Tercer Reich. Por esos meses, Italia realizaba incursiones militares sin mayor éxito mientras Japón atacaba la base norteamericana de Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941) provocando la entrada de  Estados Unidos en el conflicto.

Polonia siendo invadida por los nazis

La debilidad internacional frente al avance de Hitler

No se puede entender cómo el fascismo se extendió militarmente en menos de una década sin analizar la actitud de Francia e Inglaterra y de los ministros que negociaron con los líderes del Eje, Edouard Daladier y Neville Chamberlain, respectivamente. Pero más allá de las iniciativas personales de estos funcionarios, se debe indicar que ninguno de estos dos países deseaba la guerra puesto que su situación política, militar y económica no les permitía enfrentar un conflicto internacional.
La Sociedad de Naciones, creada en 1919 con el propósito de garantizar la paz entre los Estados, nada pudo hacer para contener el expansionismo fascista. Es más, las sanciones que le fueron impuestas a Japón por invadir China (1931) y a Italia por ocupar Etiopía (1935), lo único que lograron fue que estos países estrecharan sus vínculos mediante una serie de pactos y alianzas, como el Eje Roma-Berlín (1936) entre Italia y Alemania, y el Pacto Antikomintern (1936) entre Japón y Alemania. Hitler seguiría un camino similar retirándose de la Sociedad de Naciones en 1935 y dando inicio a una carrera armamentista que llevaría a los eventos de 1939-1945.
El reclamo de los Sudetes, y el pedido de ayuda del gobierno checo a Francia a Inglaterra, condujeron a celebrar la Conferencia de Múnich (setiembre de 1938) para decidir no solo la suerte de Checoslovaquia sino de Europa. Reunidos Chamberlain, Daladier, Mussolini y Hitler, convinieron en aceptar la ocupación alemana de Checoslovaquia en las zonas de habla germana. Paradójicamente, se creyó que Hitler cumpliría su compromiso de no invadir otros países, y que la Conferencia había asegurado la “paz para nuestro siglo”, cuando un año después se desencadenaría un conflicto de proporciones inimaginables.

Sociedad de naciones unidas.

Anexiones alemanas

Los nazis creían firmemente en la teoría del “espacio vital” (Lebensraum), creado por el geógrafo alemán  Ratzel, y que consistía en la anexión de territorios con el propósito de alcanzar el desarrollo de un país así como el retorno de territorios de habla alemana situados en otros Estados. De modo similar, Mussolini pregonaba la necesidad de una zona de influencia en el Mediterráneo para así poder recobrar el prestigio del antiguo Imperio romano. Los japoneses, por otro lado, sostenían que su “espacio vital” debía comprender las costas asiáticas, por lo que crearon el estado satélite de Manchukuo en territorio chino.
Esta ideología se sumó al programa económico del Eje (especialmente de Alemania) para reactivar la industria nacional mediante la fabricación de armamento a la vez que incrementara la producción de bienes de consumo mediante una reglamentación de las jornadas laborales y de los salarios. Contraviniendo abiertamente el Tratado de Versalles de 1919, Hitler ordenó el rearme y los gastos en material bélico se incrementaron de cuatro a dieciocho mil millones de marcos entre 1934 y 1938.
Con este soporte militar, Hitler comenzó su carrera expansionista con la Anschluss (incorporación de Austria) en 1938, donde realizó un plebiscito que legalizó la anexión. Siguiendo con su plan de conquista del “espacio vital”, demandó los Sudetes, un espacio checoslovaco habitado por tres millones de alemanes. Una vez ocupado el país checo, Hitler aumentó sus exigencias al corredor de Danzig, en territorio polaco. La negativa del gobierno polaco a ceder su soberanía y la firma del pacto de no agresión entre Rusia y Alemania el 24 de agosto de 1939 sellaron la suerte de Polonia, que sería invadida una semana después.

 

El “espacio vital” de acuerdo a Hitler
Ninguna nación de la tierra posee un solo metro cuadrado de territorio concedido por el cielo. Las fronteras se trazan y se modifican solo de acuerdo con la voluntad humana. El hecho de que una nación consiga adjudicarse un territorio que no le pertenecía no es ninguna razón para respetarla; prueba, sencillamente, el poder del vencedor y la debilidad de los perdedores. Este poder es la única cosa que da derecho a la posesión […].
Hitler, 1927.

Introducción

La década de 1930 fue un periodo de intranquilidad y zozobra para gran parte del globo: a la caótica situación económica que se había originado por el crack de 1929, se sumaba la presencia de gobiernos totalitarios, ante los cuales las democracias europeas, debilitadas en extremo por la crisis económica y la desesperada búsqueda de paz para evitar otro conflicto como el de 1914-1919, no pudieron hacer nada sino realizar concesiones. En poco menos de una década, y luego de un periodo de aparente prosperidad, el mundo estaba en el umbral de un nuevo enfrentamiento que superaría trágicamente al anterior en cuanto a capacidad de destrucción.
El potencial de destrucción que exhibió la Segunda Guerra Mundial no está referido únicamente a las nuevas armas, que las hubo en mayor cantidad y más destructivas (como ocurrió con la bomba atómica), sino a la eliminación de grupos humanos específicos, como fue el caso de los judíos. Marginados durante siglos, la población judía fue condenada al exterminio por las doctrinas racistas de Hitler y de los nazis que se encargaron de llevar adelante esta macabra tarea.

Holocausto judío




 



Situacion de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial:

La Primera Guerra Mundial había dejado un malestar en todo el mundo por sus consecuencias. Estas consecuencias fueron causa de la Segunda Guerra Mundial.  En Alemania entre los años 20 y 30 desempleo, caída del nivel de vida de la clase media, que provocó el cambio de ideología, creando otra de las causas de la Segunda Guerra Mundial, como es el Nazismo, una ideología nacionalista en la que los más fuertes debían imponerse a los más débiles, con superioridad de la raza y una raíz étnica alemana y anticomunista. Como líder tenían a Adolf Hitler. En 1929 tras la crisis económica los nazis consiguieron tener mas simpatías entre la población alemana. Más tarde conseguirán el triunfo en las elecciones y se impondrá el nazismo en toda Alemania.  Benito Mussolini creó una unión de excombatientes. De este grupo nació el movimiento fascista, una ideología nacionalista y anticomunista. En 1922 Mussolini impuso en Italia una dictadura fascista. Mejoró la economía del país, preparó al los militares para combatir, etc. Esto y mucho más hicieron que Mussolini contara con el poder del pueblo.